“El que engaña encontrará siempre quien se deja engañar”

Maquiavelo.

“Quizá no podamos dirigir el viento, pero si podemos orientar las velas de nuestra nave para que los mexicanos vivan mejor y eso es justamente lo que estamos haciendo al aprobar esta histórica reforma laboral, ¡sí! A la reforma laboral”

“La historia solo confirmará que hicimos lo correcto cuando la reforma energética se traduzca de manera concreta en inversión productiva crecimiento económico generación de empleos, soberanía energética y disminución en el precio de los combustibles empezando por el precio de la luz habremos triunfado cuando la reforma se traduzca en que mejore la vida de las mexicanas y los mexicanos”

Estos son fragmentos de los discursos de Ricardo Anaya cuando el PAN votó a favor de las reformas estructurales, fue ferviente defensor de ellas dejó muy claro que no había mejor forma de que México avanzara a un mejor futuro para todos.

Ahora que busca acomodarse en la silla presidencial ya no son las maravillosas reformas que defendió a capa y espada, ya no hay ese discurso motivador y sentimental que utilizó cuando el PAN aprobó las reformas; hoy busca culpables y deslindarse de su responsabilidad ante el pueblo de México.

Hoy el discurso es de señalamiento para el PRI acusándolos de ser los únicos responsables de la situación económica que vive México, cuando la realidad todos sabemos cuál es.

En el año 2014 estaba convencido de que la aprobación de las reformas estructurales había sido un período histórico para el país y se atrevió a decir en una entrevista: “En los últimos meses México vivó su transformación institucional más profunda desde el nacimiento de la Constitución”.

No encuentro más que incoherencia en las declaraciones que ya como candidato presidencial hace Ricardo Anaya, pero no es solo un señalamiento o una llamada de atención para ustedes lectores, es un cuestionamiento legítimo de un ciudadano más, mi pregunta es ¿por qué estos cambios tan marcados e incoherentes? Porque estaremos de acuerdo que Ricardo Anaya es un político preparado, inteligente y podría calificarlo hasta “maquiavélico” y si no me lo creen pregúntenselo a Margarita Zavala, Francisco Garrido, Alberto Villareal, Gustavo Madero, Rafael Moreno Valle y a Roberto Gil entre muchos otros a quienes de una forma u otra les dio la espalda y traicionó al interior del PAN.

Estas líneas no buscan cambiar su preferencia electoral, pues sería mucha presunción de mi parte siquiera pensarlo así, pero lo que si busco es hacer un poco de conciencia y que podamos ver a los candidatos presidenciales como en verdad son, solo con el andar de sus carreras políticas, sus discursos y afectos los cuales dicho sea de paso cambian según se van modificando sus intereses personales.

No creo que Ricardo Anaya busque un cambio para que los mexicanos vivamos mejor, él busca un cambio para que “algunos” mexicanos vivan mejor, selectivo, mentiroso e hipócrita, es una opinión que con su actuar Ricardo Anaya se ha forjado en mi persona.

A pesar de que se haya unido a la “izquierda”, -esa corriente política inexistente ya en nuestro país- con una mujer a la que solo le interesa el poder, el dinero y seguir viviendo del presupuesto, ya que les aseguro no tiene la capacidad de poder desempeñar el cargo para el que se está postulando, no le suma, le resta credibilidad.

Así la vida política de nuestro México, triste, gris y sin rumbo determinado solo espero que llegue un milagro para que ningún partido político gane en este 2018 sería una lección importante para toda la clase política de nuestro país, ¿no lo creen?

@hspelaez

hpelaezreynoso@gmail.com