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Tatiana Clouthier y Carlos Urzúa Macías
Manuelillo se opuso a una investigación
Lo vivimos, nadie nos lo vino a contar
Aguascalientes, Ags./ Creemos que en esta vida son mejores los valores del alma, que los del bolsillo, y que esa diferencia distingue a una persona íntegra de la fragmentada, del mismo modo que un pueblo de ninguna parte difiere de su clase política en todas partes.
Porque para eso se inventaron los partidos políticos, iluminados por los franceses jacobinos y giroldinos, los romanos güelfos y jibelinos, y los ingleses whigs y tories, desde el alma de esta proclama del conquistador de Las Galias, Cayo Julio César: Divide at vince. (Divide y vencerás).
Los partidos políticos se inventaron para enriquecer bolsillos, no para enaltecer al alma; de la misma manera que hoy el Gobierno Global de la ONU le dice al mundo qué debe hacer y qué no debe hacer, y donde ningún pueblo pobre ha crecido, aunque todos crean haber crecido.
Esta es la razón por la cual renunciaran al gabinete de Andrés Manuel López Obrador, no solo Tatiana Clouthier Carrillo, sino también Carlos Urzúa Macías, tiempos atrás, pero lo detallaremos más adelante; porque lo vivimos de cerca, nadie nos lo vino a contar.
En este tiempo ese “latir del alma humana” no está en el corazón de las ciencias políticas -obligadas a hacer posible lo imposible- sino en el del poder económico global, que entre 1944 y 2020 dominara y ahora lucha para decidir su permanencia en el zigzagueante liderazgo mundial estadunidense, o si migra al creciente nuevo bloque del multilateralismo chino, donde Rusia ya tomó ventaja y Turquía e India se manifiestan afectos.
Algo de aquéllo aprendimos desde 1988 cuando platicábamos en corto durante su campaña presidencial, (¿o filosofábamos?) Juan Gerardo Reyes (entonces, reportero de Excélsior) y yo (de El Universal) con Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, “Maquío”.
Cubríamos su campaña presidencial y recorríamos el país, para ser testigos de cómo México cambiaba, “contigo, sin ti y a pesar de ti”, como proclamaba el recio sinaloense que viajaba a bordo de la camper “El Chamaquío”, en honor a su hijo mayor, manejada por don Julián, y nosotros en el autobús “El Aguafiestas”, volanteado por don Ramiro.
Eran gratas no solo para el candidato del PAN, sino también para la fuente periodística que lo acompañábamos, las visitas de doña Leticia Carrillo y sus hijas: Tatiana, Lucía y Rebeca; Manuelillo, si se paró un par de veces en los mítines de su padre fueron muchas.
Solo un padre sabe lo que se siente cuando un hijo manifiesta acciones que nunca le fueron inculcadas en la familia. Maquío, amante de la libre empresa y conservador, había contendido en campañas electorales sinaloenses abanderando al PAN, mientras que Manuelillo creía que el PRI era mejor.
En otras palabras -ya las olvidamos porque lo desagradable no nos hace mucha memoria- nos platicaba muy deprimido Maquío a Juan Gerardo y a mí, porqué su hijo Manuelillo no lo acompañaba en los mítines, donde eran mucho más asiduas y entusiastas sus hermanas Tatiana, Lucía y Rebeca.
El domingo 1 de octubre de 1989 estaba yo en mi redacción de Bucareli 8, o Iturbide, como se prefiera, cuando recibimos la noticia del accidente en el que perdía la vida Maquío… Mi primera reacción, al fin reportero policiaco, fue dudar del accidente.
(Años después le ocurriría lo mismo a José Ángel Conchello, una copia al carbón, y también por el tema del petróleo).
De inmediato le pedí a mi subdirector, don Luis Sevillano Uguet, que me autorizara ir a Sinaloa a investigar, porque yo creía que no se trataba de un accidente.
Apenas unos meses atrás yo había dejado de cubrir los eventos de Manuel J. Clouthier después de la campaña presidencial de 1988, al igual que en una parte de los 90s con Ernesto Zedillo, yo sería el único reportero que acompañara a ambos, por separado, a algunos de sus actos políticos.
Don Luis levantó el teléfono tan pronto me escuchó y pidió la autorización de nuestra presidencia editorial, misma que autorizó la propuesta.
Llegamos a Culiacán tan pronto pudimos y nos entrevistamos de inmediato con Manuelillo, en sus oficinas del centro de la ciudad, creo que desde las cuales hoy dirige el periódico que comprara, El Noroeste, y le comentamos lo que íbamos a hacer.
“No, amigo, yo le recomiendo que desista de su propósito. Mi familia, mi madre, mis hermanas y hermanos, estamos conformes con la versión del accidente y no queremos hacer más ruido. Acepte mis disculpas y muchas gracias”, nos dijo Manuel Clouthier Carrillo, ‘Manuelillo”, como le llamaba su señor padre.
Pudimos haber hecho la investigación “por la libre”, como debía ser, periodísticamente hablando, porque para hacer periodismo no se le pide autorización a nadie; sin embargo, luego de informarle, nuestra casa editorial nos pidió volver a la redacción y abandonar el propósito.
No nos sorprendió cuando en aquellos mismos días, Tatiana Clouthier declarara muy enojada a los medios, que su señor padre había sido asesinado, y ese ha sido desde entonces el principal estandarte en su vida política.
Sería hasta 2018, cuando se anunciara el gabinete de Andrés Manuel López Obrador, que Manuelillo difundiera un tuit que decía:
“Estos son los que mataron a mi padre Maquío: ¡Salinas y Gutiérrez Barrios! No fue Bartlett; Bartlett lo reprimió, lo difamó, le invadió las tierras agrícolas, se robó la elección del 88, todo en el sexenio del mediocre de Miguel de la Madrid”.
Entre 2013 y 2015, como reportero de La Jornada Aguascalientes, busqué a Manuelillo, que ofrecería una conferencia en la UNEA, “Universidad de Estudios Avanzados”, cerca de la glorieta El Quijote de esta ciudad; le comenté mi propósito de entrevistarlo y después de varias horas de espera, me atendió.
No le gustó mi pregunta sobre la tristeza de su padre, incluso me insultó soezmente, y no hubo entrevista… Nadie nos lo contó, lo vivimos de cerca.
Antes, entre 2010 y 2012 acompañamos como asesores al rector de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, el doctor Rafael Urzúa Macías, hermano de Carlos, que en 2018 sería nombrado secretario de Hacienda en el gabinete de AMLO.
Muchos aprecian el olfato del reportero: Cuando apareciera don Carlos como titular de la SHCP y Tatiana, de Economía, ambos en la 4T algo me “olió” mal; no me convencían luego de contrastar 18 años de “industria de la inconformidad”, como Adrián Lajous bautizara a las protestas de López Obrador con el petróleo como eje.
¿Cómo lo supe? Muy sencillo, bastaba analizar los principios familiares de ambas familias, los Clouthier y los Urzúa, convencido de que, aunque no ignoran las bondades de la libre empresa, son más respetados por los valores del alma que atesoran, nada compatibles con los de “la olla de grillos” de Morenismo que está facturando muy caro su amor… al bolsillo.
No lo decimos nosotros, dejamos que lo haga Enrique Galván Ochoa, en su columna Dinero: “Tatiana Clouthier: no fue una gota, fue el chorro’ -me dice por teléfono en una breve conversación, un día después de su dimisión”.
Agrega:
“Ya no sumaba, como dije en mi renuncia, una jauría rodea al Presidente y no deja avanzar los proyectos, le llevan mentiras. Además, todos están metidos en la sucesión presidencial”.
Tatiana mostraría al periodista un talento político desusado, que no cobijara ni a su señor padre, pues su muerte la decidirían sus protestas para reconocer la victoria de Carlos Salinas, hasta que Diego Fernández de Ceballos, Luis H. Álvarez, Luis Felipe Bravo Mena y Carlos Castillo Peraza, “le torcieran el brazo” para aceptarlo.
Y mucho menos Manuelillo, que torpemente impidiera que El Universal publicara oportunamente la verdad de aquel crimen, que hubiera cambiado el rumbo de la historia de México:
Tatiana no habló mal del Presidente, su amigo.
Dicen Lizbeth Álvarez Martínez y Sara Lovera, también periodistas, que “la renuncia de Tatiana Clouthier Carrillo fue una decisión que puede estar relacionada con la militarización de la Guardia Nacional, según su hermano Manuel Clouthier Carrillo, explicando que es ‘mi opinión”.
Tatiana Clouthier Carrillo, en su carta de renuncia, leída en trasmisión nacional, expresó que se trata sólo de motivos personales, pero su hermano afirmó en un twitter que en su opinión es por el debate de la Guardia Nacional, dirían las citadas reporteras en su nota.
LA COSA ES QUE…
Aun de raíces francesas, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, cuya memoria fuera conmemorada hace unos días en su 33 aniversario luctuoso, era más mexicano que el mole.
Lo sabemos porque, además, terminamos en 1989 comiendo en el mismo plato, en sus giras a algunos pueblitos donde ni restaurantitos había, y las que cubríamos como único reportero.
Estamos seguros que Maquío hubiere entendido mejor que muchos de sus amigos empresarios, la necesidad de que México se liberara de las cadenas del poder global que lo esclavizan desde hace más de 500 años, que en estos momentos en México dan la pelea por evitar al Ejército en las calles, y que sería apoyado con todo, como siempre lo hiciera en vida, por su hija Tatiana.
El tema del bolsillo se le daba de manera natural, porque lo traía en su adn, pero lo que él buscaba era gratificarse con los valores de su alma, justamente aquellos que le llevaron a la tumba.
(Escribimos este texto desde un dolor del alma inenarrable, donde el fracaso de la ciencia política en las más importantes instituciones, como el obsoleto IMSS, nos trae también una gran tristeza familiar).
Qué tal.
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