En la novela Un señor muy parecido al abuelo, el autor Johnny Ibarra Zerpa da voz a Alejandro Salazar, hijo de la soñadora y bella Helena Sáez, quien en su juventud se desprendió de la educación convencional que había recibido para entregarse al amor sin pensar en las consecuencias; es una historia en paralelo, en la que la incognita es el origen real de Alejandro.

Los acontecimientos de los personajes protagónicos se dan en Bogotá, la capital de Colombia, en una sociedad acomodada donde Helena y Alejandro se verán separados; ella porque se casará con el hombre que le permitirá cumplir sus sueños de tener hijos propios y una familia; él, porque el esposo de su madre lo echará de su casa, condenándolo a vivir en la elegante residencia de su abuela, Ramira, situación que lo orilla a ser aún más maduro de lo que ya era a sus 14 años.

Sin embargo, Alejandro tendrá experiencias más complejas cuando llega a vivir a Venezuela, a Mérida, donde comprenderá que los seres humanos viven para sí mismos, sólo oyen su propia voz y están pendientes de sus intereses.

En la narrativa no se aprecian juicios de valor, simplemente se describen las vivencias de los personajes que se entrelazan para dar forma a esta novela, que contiene 337 páginas, y que por su calidad literaria fue elegida ganadora del Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo 2023, forma parte de la Colección Ficción, que es una de las más importantes que tiene la Editorial de la Universidad Veracruzana.

Acerca del autor

Johnny Ibarra Zerpa, nació en Colombia, es escritor y compositor. Si bien la música fue la sombra del árbol bajo la que pasaba los días de su juventud, la literatura terminaría por eclipsar esta vocación en edad adulta. El autor se ha decantado por la novela psicológica, que ahonda en los sentimientos humanos, desde la nostalgia hasta el miedo a la muerte. También son ejes alrededor de los cuales giran sus historias: la delgada línea entre lo real y lo inverosímil, el amor contrariado y el amor idealizado. Disidente de la opinión general, cree firmente que escribir no es una labor solitaria sino que, en realidad, las multitudes nocturnas prefieren no dejarse ver. Y, a decir del autor, “con esas multitudes invisibles acompaño mis días”.