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Todavía se escucha -y aún todavía- decir que le vaya bien al titular del ejecutivo para que de esa forma se extendiera a todos los rincones y personas; se volvió casi un principio de la ética política que, de tanto repetirse, pasa casi al fondo del cajón de los olvidos.
Es así que en aquellos ayeres en donde los medios de comunicación eran aún muy limitados, ese tipo de mensajes en cuestión se comentaba en las escuelas, en las familias, en los templos incluso y ahí se quedaban en el espacio de la esperanza de muchas personas, confiadas en qué ahora sí, el poder en turno, haría cambios de beneficio general en todas las esferas.
Y los resultados, los cambios positivos, apenas asomaban en las esperanzas generalizadas.
En la historia reciente de México, para no ir muy lejos, lo vemos en este primer cuarto de siglo.
Recodemos solamente a Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña y el último Andrés Manuel López Obrador.
Los tres primeros vaya que dejaron mucho que desear y aunque a ellos les fue requeté bien como dicen en Jalisco, el estancamiento fue evidente en cuanto al desarrollo.
Incluso Fox y Calderón tuvieron en su sexenio excedentes petroleros que dejaron enormes recursos y el primero, en vez de aplicarlo por ejemplo a deuda externa e infraestructura, canalizó la mayor parte al gasto corriente.
Calderón tuvo la misma oportunidad de un boom petrolero y al parecer poco hizo por aprovechar esos recursos precisamente a infraestructura, eso sí aprobó la construcción de una barda de 150 hectáreas para una refinería que sigue el sueño de los justos en Tula.
De Peña qué decir, más orientado a atender los desaires de su exesposa y ahora sí que empeñado en mantener privilegios y sujetar de nueva cuenta la energía, minería, por citar dos ámbitos a fuertes intereses locales y externos.
De los tres, en seguridad, ni qué decir.
El resultado fue un cambio de gobierno de quien se veía venir y llegó con una alta votación. Su gobierno fue de otros datos y en efecto, si alguien tiene datos de aquí y de por allá acumulados durante muchos años más los nuevos que diario le llegaron, ni qué decir; con eso hizo cambios de enorme peso para muchos sectores sociales y una herencia a todas luces vista.
Claudia Sheinbaum Pardo tiene ahora la oportunidad de seguir equilibrando los alcances de crecimiento y desarrollo que tanto requiere la sociedad mexicana, enmarcada en una economía global y de avances científicos y tecnológicos que bien pueden aprovecharse hacia esos grandes propósitos.
Y no se trata de que le vaya bien a la titular del ejecutivo, lo que vale en todo caso es que nos vaya bien y mejor a todos en un entorno cambiante, cada vez más exigente, con la comunicación inmediata y con enormes expectativas de ser una nación apegada a la democracia, a las leyes, a la aplicación del estado de derecho.
Trabajo tiene más que de más. Tiene un equipo de colaboradores y temas urgentes que cambien las expectativas de vida de esta gran nación.
Atraques
1. De gran interés la reunión del G 20 prevista para lunes y martes es una excelente ocasión de intercambiar políticas y estrategias orientadas a un mundo más positivo del que estamos viendo. Allí la presidente Sheinbaum se reunirá en forma paralela con otros parres, entre ellos Justin Trudeau de Canadá que no la llevaba nada bien con el antecesor. Ojalá. Trump está a la vuelta de la esquina.
2. La aplicación de la primera fase de la reforma judicial tiene un costo demasiado alto: 13 mil millones de pesos solicitados por el Instituto Nacional Electoral (INE) en la elección de una parte de jueces, magistrados y ministros en junio entrante. La presidenta Sheinbaum ya solicitó que le bajen, aunque sea a siete mil millones.
3. Esto de la reforma judicial tiene que ver con la Ley de Ingresos y el Presupuesto de egresos de la Federación para el 2025, ya en estudio en la Cámara de Diputados que es la que aprueba.
4. La semana anterior fue aprobada la Igualdad sustantiva; perspectiva de género; derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y erradicación de la brecha salarial por razones de género, por el Congreso de la Unión y mayoría de congresos locales. Lo relevante es que queda en la Constitución y ahora a ponerlo en movimiento.
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