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La presidenta Claudia Sheinbaum cerró el año de 2024 con 73% de aprobación promedio a su gestión, de acuerdo con tres encuestas (Consulta, Enkoll y El Financiero), publicadas con datos correspondientes a diciembre de 2024. Aunque se ubica por debajo del 82% que Andrés Manuel López Obrador registró al cruzar ese mismo umbral de 100 días, Sheinbaum en su primer trimestre ha conseguido fortalecer su nivel de aprobación ciudadana.
En perspectiva histórica, le va mejor que a los otros previos presidentes a lo largo de este siglo: Fox registró 70% de aprobación al cierre de su primer trimestre; Calderón 61% y Peña Nieto 55%. De acuerdo con la última encuesta sobre Sheinbaum, publicada por El Financiero este lunes 6 de enero (con datos correspondientes a diciembre de 2024), 36% de la población considera que la presidenta se ha desempeñado “mejor de lo que se esperaba”; a 42% le parece que ha cumplido tal cual con sus expectativas y sólo 16% consideró que el gobierno de la morenista ha sido “peor de lo que se esperaba”.
La continuidad con el programa de la Cuarta Transformación trazado por López Obrador podría explicar el respaldo de las bases morenistas, pero llama la atención que su aprobación se extiende significativamente más allá de esas bases, destacó el reporte económico que ayer publicó Citibanamex.
Aparentemente, los temas que apuntalan su popularidad son la continuidad y ampliación de los programas sociales de AMLO y las señales de una estrategia de mayor combate a la inseguridad, señaló el análisis realizado por Nydia Iglesias, donde se advierte que los retos asociados a la próxima administración Trump en Estados Unidos podrían impactar el positivo arranque de Sheinbaum.
En la medida que varias de las principales líneas de acción con las que Trump promete arrancar su gobierno tienen enorme potencial disruptivo para México (el alza de aranceles, la declaración de las organizaciones criminales mexicanas como terroristas, la deportación masiva de migrantes ilegales), la relación entre ambos gobiernos se volverá formidablemente retadora, especialmente para México.
El análisis de Citibanamex, advierte: “Si Trump va adelante, será difícil e inútil que Sheinbaum mantenga un tono duro, que sólo la haría aparecer fuera de lugar. Tendrá que priorizar la negociación, y asumir los retos administrativos y económico – sociales derivados de los impactos que tendrían en México la disrupción laboral, la intensificación de la violencia, la disrupción de la cadena de valor ligada a China (al asumir una política proteccionista) y los desequilibrios sociales y económicos por la llegada de miles, quizá millones, de deportados”.
Sheinbaum fue elegida presidenta de México con 36 millones de votos. Sin embargo, las encuestas estiman la opinión de la totalidad de los votantes, por lo que ese nivel promedio de 73% reflejaría el respaldo de 71.9 millones de adultos mexicanos, prácticamente el doble de quienes votaron por Sheinbaum.
Efectivamente, las encuestas de Consulta y Enkoll muestran que, en promedio, 98.5% de los votantes con afinidad morenista aprueban la gestión de Sheinbaum, pero también 19% de los panistas, 35% de los priistas y 50.5% de los emecistas.
Detrás de ese alto nivel de aprobación puede haber varios elementos, como las señales de que ella actuará más contundentemente contra el crimen. Dos de estas tres últimas encuestas reportan la percepción de los mexicanos respecto al principal problema actual del país y coinciden en que, para la mayoría (56.5% en promedio), éste sigue siendo la inseguridad pública y la violencia asociada al crimen organizado.
En ese sentido, es comprensible que los esfuerzos de Sheinbaum por proyectar mayor convicción que su antecesor para actuar en el combate al crimen levanten entusiasmo entre la población, incluso aunque todavía no presenten resultados contundentes.
Las tres encuestas muestran que, del momento en que Sheinbaum se inauguró como presidenta al cierre del año, la aprobación por su gestión en materia de seguridad pública ha mejorado, aunque siga siendo mayoritariamente deficitaria. Ello también explica que el segundo miembro de gabinete más conocido y, de hecho, el mejor evaluado sea García Harfuch, por arriba de perfiles con más trayectoria política como Ebrard y De la Fuente.
El mantenimiento e incluso ampliación de los programas sociales de transferencias directas también apuntala la aprobación de Sheinbaum. El otro dato que las tres encuestas registran es que el rubro en el que este segundo gobierno de la 4T es mejor calificado es, al igual que el previo, el de los apoyos sociales.
A todos los esquemas de transferencias directas instituidos por AMLO, Sheinbaum anunció que agregaría, por ahora dos y quizá más en el futuro. Y efectivamente, entre las múltiples reformas legislativas que su gobierno impulsó en el último semestre del año, incluyó un esquema de apoyo a mujeres entre 60 y 64 años de edad –es decir durante los cinco años previos al arranque del programa de pensiones para adultos mayores– y la ampliación de la cobertura de becas para estudiantes de escuelas públicas a niños de preescolar, primaria y secundaria.
La continuidad con la agenda de controversiales reformas amloistas también podría estar reforzando a Sheinbaum. A lo largo de la campaña, no resultó claro hasta qué punto Sheinbaum respaldaría la continuidad del programa político amloista; era razonable que su discurso espejo del de AMLO fuese una estrategia para capitalizar la extraordinaria popularidad de López Obrador y evadir la percepción de distancia entre ellos.
Dado que la capacidad de Sheinbaum para establecer una eficaz conexión emotiva con la base morenista es menor que la de AMLO, es evidente que ella recurrió al elogio del “caudillo”, pero era posible imaginar que una vez asumida la presidencia pudiera buscar diferenciarse. No lo ha hecho. Por el contrario, ha respaldado y con aparente gran convicción la aprobación de prácticamente todas las reformas que AMLO propuso al Congreso como su más radical legado.
Es difícil imaginar un compromiso más contundente con que irá adelante con el proyecto pautado por López Obrador. En la medida que la lealtad de las bases morenistas sigue adherida a la figura de ese líder, la postura de Sheinbaum le permite conservar la confianza irrestricta de sus bases.
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