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En la parte de agradecimientos del título El Emperador de la Luna, publicado conjuntamente por la Editorial de la Universidad Veracruzana, Aquelarre Ediciones y la Secretaría de Cultura de Veracruz, Anaclara Castro Santana y Ariadna Molinari Tato detallan cómo su proyecto de traducción de la farsa escrita por Aphra Behn fue el ganador del II Premio Hispanoamericano de Traducción Literaria –convocado por Aquelarre Ediciones y las instituciones mencionadas–, hecho que permitió consumar un sueño que ahora es un volumen que forma parte de la Colección Infames.
El libro comienza diciendo quién fue Aphra Behn: “Aunque sus orígenes son hasta cierto punto un misterio, en parte porque así lo quiso la escritora misma, se estima que nació en 1640 en Kent, Inglaterra. Trabajó un tiempo como espía al servicio del Rey Carlos II, con misiones en Amberes y, probablemente, en Surinam. Más tarde comenzó a escribir y se convirtió en una de las primeras mujeres inglesas en vivir de tal profesión. Incursionó primero en la poesía, pero de pronto descubrió su mayor y más lucrativa pasión, la dramaturgia. Entre sus obras más destacadas se encuentran Abdelazer (1676), The Rover (1677), The Luckey Chance (1687) y The Emperor of the Moon (1687). Hacia el final de su carrera se dedicó también a la prosa, dejando legados importantes en este género como Lover-Letters Between a Nobleman and His Sister (1684-7) y Oroonoko (1688). Aphra Behn murió el 16 de abril de 1689”, se lee en la solapa. A este resumen hay que sumarle que su apellido Behn lo tomó de quien fuera su esposo, un comerciante alemán, pero fue hija de Bartolomeo Johnson, de profesión barbero, y su madre se llamó Elizabeth Denham.
La historia de vida de Aphra es en sí misma una pieza teatral en la que fungió como Astrea, personaje con el que se adentra a la política de la época. Reconocida como la primera mujer que pudo sostenerse de su trabajo de escritora, es un ejemplo de que en el siglo XVII, en Inglaterra, una fémina se impuso al dominio masculino, incluso se burló de él, como se aprecia en El Emperador de la Luna, farsa que tradujo del italiano y la adaptó al pensamiento inglés.
El teatro como expresión de entretenimiento en occidente surgió en Atenas, entre los siglos V y VI antes de Cristo, y en oriente, específicamente en China, también ubican ceremonias artísticas en este mismo periodo, pero lo importante es que para muy diversas culturas del mundo fue un instrumento para difundir y debatir sus modelos ideológicos, deviniendo en un medio de comunicación (https://concepto.de/historia-del-teatro/) tan importante que se ha sostenido en el tiempo permitiéndonos conocer cómo eran y cómo son las distintas sociedades.
En la obra que aquí se reseña se puede comprobar lo dicho en el párrafo anterior. Está ambientada en Napoles, en un momento donde la ciencia era cuestionada por las ideas religiosas y los libros eran objetos embrujados que enloquecían a sus lectores, como le pasaba al Dr. Baliardo, personaje principal, quien vivía para cuidar la castidad de su hija Elaria y la de su sobrina Bellemante, así como para observar a los astros porque era un convencido de que “allá arriba” existen otros imperios, uno de ellos era el de la luna, y deseaba casar a las jóvenes con aristócratas de esos mundos; de esta superchería se valdrán los novios de las jóvenes: Don Cinthio y Don Charmante, para embaucarlo, con el apoyo de sus respectivos sirvientes, haciéndole creer que son unos semidioses que habitan en la luna y quieren desposar a sus queridas familiares.
Tanto en la introducción como en la nota de ésta se aprecia que la presente versión de El Emperador de la Luna es un trabajo riguroso, que aporta una gran cantidad de información agregada como notas al pie, y también por la actualización del lenguaje. Este libro se basó en la segunda edición de The Emperor of the Moon: A farce, de 1688.
Los sirvientes Pedro, Scaramouch, Arlequín y la gobernanta Mopsophil o doncella principal de Elaria y Bellemante completan la trama de esta comedia que se divide en tres actos los que a su vez están conformados por varias escenas, y un Último Acto donde se aclara la intriga. En total son 137 páginas.
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