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Lo vieron venir pero no le creyeron.
El lunes 20 de enero del 2025 se recordará, por muchos años, como el más negativo para los migrantes latinos y en particular los mexicanos.
El nuevo Gobierno de Estados Unidos de América con Donald Trump a la cabeza, definió su nuevo enemigo por seguridad nacional: La frontera sur y por tanto, México.
Más allá de que el tono usado en su discurso de toma de posesión como Presidente aún lleva dedicatoria a su base dura de seguidores, en Estados Unidos hay un pésimo ambiente socioeconómico y cultural para los paisanos que viven allá, legales o no.
Y es que aún no hemos comprendido los alcances de las más de 100 Órdenes Ejecutivas que firmó Trump ese mismo lunes, porque en más de una permiten a las autoridades americanas detener en las calles, escuelas, iglesias, centros comerciales y hospitales, a cualquier persona que a sus ojos policiacos les parezca sospechosa de ser indocumentada y peligroso. Y mientras demuestran que no lo eres, sentirán la presión y temor de estar frente a un oficial americano nada amigable.
No piense usted que por tener Visa no lo pueden revisar. Este tipo de políticas de seguridad interna propician la delación social, es pareja y a criterio del policía.
Aunque es una injusticia, en diversos lugares, como en el campo, restaurantes o constructoras , se aprovechan de la situación ilegal de los paisanos, les dan trabajos con salarios muy por debajo de lo que ganaría un americano o migrante legal, además de amenazarlos con llamar a la “migra” si no aceptan. Cómo estarán sus lugares de origen por que aún con estas injusticias laborales, prefieren quedarse allá que regresar acá.
Pero hay un temor mayor entre las comunidades de paisanos en Estados Unidos: Las iglesias.
La mayoría de los migrantes acuden los domingos a misa, la que ha sido hasta ahora, el único espacio de seguridad y consuelo ante su destierro. Pues se acabó.
Ahora y por esta política de expulsión masiva, una patrulla los puede estar esperando para detenerlos, separarlos de sus hijos y deportarlos de inmediato a Mexico.
Recuerdo una plática con Don Miguel Alemán Velasco, ex Gobernador de Veracruz sobre Donald Trump cuando ganó y asumió su primer mandato. Alemán lo conoce muy bien. Le pregunté sobre el estilo del poder que ejercería y recuerdo, más ahora, la respuesta del ex gobernador veracruzano: Donald Trump es un duro negociador. Todo gira en torno a lo que ganará Él vs. lo que ganará el otro. Pero en una medición de fuerzas, Trump siempre va a ganar más.
Al menos sabemos que se puede y debe negociar con su administración.
Aun estamos a tiempo.
Aún hay una pequeña rendija para que en el campo de juego Trumpista rescatemos lo que más podamos ante las olas de deportaciones por venir.
¿Estaremos conscientes de esto?
¿Usted qué opina?
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