23 de Enero de 2025
Entorno Político | OPINIÓN
Miércoles 22 de Enero de 2025 | 9:00 p.m.
Inocencio Yáñez Vicencio
Inocencio Yáñez Vicencio
Morena subasta la soberanía

La política como arte de lo posible, es una frase que el historiador Richard J. Evans, en su libro La lucha por el poder, nos recuerda que para Bismarck, fundador del Estado Alemán y encarnación del autoritarismo, quien hizo añicos a Napoleón III, repetía que: la política es el arte de lo posible, aforismo que con frecuencia sale de los labios de los oportunistas, o en lenguaje vernáculo se traduce como: se hace lo que se puede.

Estas frases frecuentemente se atribuyen a personajes sin que exista certeza que esos autores las hayan acuñado realmente. Así tenemos que el Estado soy yo, que se atribuye a Luis XIV, las investigaciones no confirman esa paternidad. A Porfirio Díaz se le acredita: Mátalos en caliente, sin embargo, nadie ha podido encontrar el supuesto telegrama enviado al gobernador Terán, que lo llevó a la ejecución sumaria de un puñado de jóvenes declarados fuera de la ley, no obstante, se acude a ese dato por ilustrar la política represiva del Dictador.

Con las frases hay que tener mucho cuidado a la hora de su crédito. El aforismo: Si he llegado a ver más lejos, fue encaramándome a hombros de Gigantes, mucho tiempo se dijo que era de Newton, pero es de Bernardo de Chartres.

Lo que es peor. No es raro que las adulteremos, como sucede aquella que aparece en una carta de Lord Acton: El poder corrompe y el poder absoluto tiende a corromper absolutamente. En este caso, quienes hace la cita, es habitual que omitan la palabra: tiende. Con lo cual ya no dicen lo que dijo o quiso decir.

Esta introducción no tiene otra intención que advertir las honduras en que nos metemos los que acudimos a frases o a pensamientos cincelados.

La política como arte de lo posible no es lo que esperamos de quienes han decidido dedicarse a ella. La política exige de sus protagonistas dar lo que tienen y algo más. Max Weber gráfica muy bien esta idea cuando afirma que quien no hace lo imposible no tiene derecho a lo posible.

La defensa de la soberanía mexicana exige no hacer sólo lo posible sino lo imposible. La soberanía no es cualquier cosa. Hay teóricos que sostienen que en un Estado plural no existe la soberanía. Así lo afirma Harold Laski, en su bello libro El Estado moderno (que originalmente se titula: Gramática de la Política). En cambio, Herman Heller, en su clásico libro: Teoría del Estado, considera que sin soberanía no hay Estado (este autor tiene un estudio que rotula: La soberanía, con una magnífica y extensa introducción del eminente maestro Mario de la Cueva).

Un Estado debe ser una unidad de acción y decisión soberana, para el gran defensor de la República de Weimar, que destruyó Hitler, que frente al exterior tiene que ser independiente. Es decir, en lo interno soberano y ante los demás Estados, independiente. Eso no se debe confundir. Los griegos tenían una organización política en tanto eran sus integrantes quienes tomaban las decisiones fundamentales. Ni los metecos podían votar (metecos eran los residentes, los no nacidos en Atenas). Roma fue extendiendo la ciudadanía hacia las provincias como parte de su régimen imperial. En los reinos que aparecieron a la desintegración del Imperio Romano, tenían una soberanía que su sede estaba en el monarca. El primer gran pensador que articula el concepto de soberanía es Jean Bodin, en su monumental obra: Los seis libros de la República, que en una versión reciente edita el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid. 2 volúmenes). Bodin dice que: La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de una República...

Tiene poder absoluto quien no está sujeto a las leyes de los hombres, porque quien dice que los príncipes no están sujetos a ninguna ley, injurian a Dios, si no exceptúan las leyes de Dios y de la naturaleza. Hacer la ley y declarar la guerra eran atributos de la soberanía. Cómo puede verse este teórico es un defensor del poder absoluto. La soberanía es un atributo histórico, sin ese atributo no hubiera habido Estado. El más claro ejemplo es Polonia, que al no lograr el monarca expropiar los poderes de los señores y los estamentos terminó en pedazos. La lucha entre el parlamento y la Corona en Inglaterra y la Revolución francesa son dos procesos distintos pero que conducen al traspaso, por distintas vías, al traspaso de la soberanía del monarca al pueblo.

Constitucionalmente, en México, la soberanía reside en el pueblo y se ha expresado en un Constituyentes que nos dio la Ley suprema, organizando poderes derivados o secundarios, que no pueden alterar la voluntad primaria o constituyente, que está contenida, como dijera Montesquieu: por la división de poderes y el reconocimiento y garantía de los derechos individuales. La Constitución la conforman estos dos elementos. Para modificarse en su letra y espíritu, debe convocarse a un Constituyente, con diputados electos espacialmente para ese propósito. Si los órganos secundarios, llaménse poder reformador o constituyente permanente, están destruyendo la soberanía, están dando un golpe de Estado. Más cuando sabemos que las mayorías y autoridades surgidas de las pasadas elecciones realizadas en 2024, fueron organizadas por un INE asaltado por Morena, que colocó a Guadalupe Taddei, en su jefatura, teniendo credencial y militancia morenista y un Tribunal Electoral Federal, que tienen bajo control del partido guinda, no únicamente manipularon los resultados, sino que produjeron una mayoría calificada artificial para poder destruir la República y saquear la nación.

Morena, AMLO, Claudia, la inútil de Rocío Nahle y toda la banda que hoy gobierna, le han expropiado la soberanía al pueblo, decidiendo en su nombre todo para su beneficio personal, de tal manera que acudir al llamado de unidad para defender la soberanía nacional, significa defender su soberanía, es decir, el traspaso de los poderes de mando y obediencia de las instituciones a la banda morenista; significa secundar la destrucción del poder judicial para que sigan impunes los que robaron en SAGALMEX, en el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, a la Refinería de Dos Bocas; significa que sigan sin castigo los crimines de Totalco, Perote, significa que continúe la política de abrazos a la delincuencia y la entrega de más territorio al narco; significa que sigamos pidiendo prestado para la compra de votos y financiar deficiencias y paseos; significa que su despilfarro lo sigan tapando con cómplices y bufones que ahora descubren que tenemos la mejor gobernadora y la mejor democracia del mundo... En lugar de paseos y retórica, queremos gobernantes que hagan más que lo posible. Bueno a lo mejor le pedimos mucho a una banda que muestra que ni idea tiene de lo que es la soberanía. Sea porque ya la subastaron, sea por ignorancia, o sea por ambas cosas.

*** Las ideas y opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Entorno Político.

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