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Una niña de 13 años cae de un tercer piso, al momento se desconoce si fue empujada por alguien en su secundaria o si verdaderamente tuvo un accidente, pero se sabe con certeza que la menor llevaba meses siendo víctima de Bullying. El resultado de su caída son múltiples fracturas de cadera y pelvis que la mantienen grave en un hospital y se presenta la probabilidad de que no vuelva a caminar.
El padre de la menor, Juan Zavala puso una denuncia, señala que cree que su hija fue empujada pues llevaba meses siendo atacada por estudiantes que tiene identificados, quienes la molestaban, golpeaban y acosaban virtualmente por ser fan del K pop, esto ha hecho que hasta la embajada de Corea del Sur se pronunciara al respecto, destacando que su cultura promueve la diversidad y rechazan toda acción de odio. Lo mismo múltiples seguidores del K pop, piden justicia recalcando que ser fan no es un crimen, el odio sí.
Juan Zavala, padre de Fátima ha responsabilizado a la escuela secundaria donde su hija acudía de los hechos pues además de haber acudido múltiples ocasiones a decir que su hija estaba siendo atacada y no haber recibido respuesta por parte de las autoridades escolares, el incidente tampoco fue manejado de la mejor manera.
¿Quiénes son verdaderamente responsables ante este caso y todas las consecuencias que ha sufrido Fátima? ¿son los padres de quienes la molestaban por la falta de educación en valores y respeto? ¿fue la escuela por no actuar de manera oportuna? ¿es la Secretaría de Educación por no contar con protocolos actualizados ante estas circunstancias? ¿somos responsables todos al permitir que estos atentados queden impunes y los ignoramos porque “así son los niños?
Ciertamente desde la Secretaría de Educación podrán decir que se cuentan con procesos a seguir ante estas circunstancias, sin embargo, si preguntamos a los múltiples profesores de escuelas públicas si saben cómo actuar al respecto seguramente no, porque desgraciadamente la teoría en nada se compara con estar frente a un grupo y pocas veces las capacitaciones que reciben las y los docentes en escuelas públicas van acorde a la realidad situada que se vive en distintas partes de la república.
Es probable que se hayan presentado actos de omisión por parte de la escuela al minimizar la situación que Fátima vivía, pues incluso fue diagnosticada con depresión y la menor relataba no querer ir a la escuela debido al hostigamiento del que era víctima, pero también hay grandes omisiones en los entornos familiares que hacen que otros menores se vuelvan perpetradores de odio ante los intereses de otra persona.
En múltiples ocasiones el bullying es una cadena que comienza en casa y la escuela puede marcar una diferencia mediante la formación empática y la realización de actividades que nos permita aceptar y entender la diversidad, sin embargo otra gran parte formativa se da en el hogar y entornos externos, por ende lo ocurrido con Fátima también es responsabilidad de las familias de esos menores que tanto la agredieron y si esos entornos no propician tampoco los cuidados y formación adecuada entonces somos responsables todos por seguir en la indiferencia ante realidades que creemos son ajenas.
La presidenta Claudia Sheinbaum ya ordenó la continuidad y profunda investigación del caso, aún no se comprueba que la caída de Fátima fue ocasionada por otra persona, pero sí está comprobado el bullying, de ahí la necesidad de que se creen procesos adecuados para evitar que en otras instituciones se sigan presentando más víctimas. Nuestras juventudes e infancias tienen el derecho a la protección de su vida.
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