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Aunque nunca lo aceptará públicamente, a solas y consigo misma, Anilú Ingram Vallines seguramente reconocerá que jugó muy mal sus cartas al salirse del PRI donde hizo una brillante carrera política, para buscar un imposible en Morena. Y es que de ser un personaje relevante en el tricolor, sólo es una militante más con los morenos.
Su inscripción para competir como candidata del guinda a la alcaldía del puerto de Veracruz, fue una derrota cantada desde un principio ya que no es Morena de cepa, no es amiga de Rocío Nahle, ni de Claudia Sheinbaum, ni de López Obrador. Bueno, ni de Andy López Beltrán que se ha convertido en el gran elector en algunos municipios.
En un desplante nada político y dolida por la derrota, Anilú se tardó varios días en reconocer el triunfo de su adversaria. Rosa María Hernández Espejo.
Pero la semana anterior subió un mensaje a sus redes donde dice que Rosa María “es una mujer de instituciones que entiende la política, que conoce de tiempos y de momentos… una mujer de palabra y de compromisos”. Y escribir este mensaje debió dolerle en el alma porque de política a política Anilú lo es más que Rosa María.
También invitó a los veracruzanos a “sumarse y apoyar a los promotores de la Cuarta Transformación a lo largo y ancho del estado, pero de manera muy especial a mi compañera y amiga Rosa María Hernández Espejo”.
El 20 de diciembre anterior (cuanto ya había renunciado al tricolor) dije que Anilú sería una excelente candidata, pero del PRI. Y todo le favorecía; su experiencia política, su carisma, don de gentes, su inteligencia y la aceptación de ocho de cada diez veracruzanos. Su trabajo especialmente en favor de los menores desprotegidos y las mujeres violentadas, la harían una contendiente de cuidado y con reales posibilidades de ganar.
Y más ahora.
¿Por qué?
Como candidata a la alcaldía de Veracruz por el tricolor, Anilú estaría canalizando a su favor el voto de Hernández Espejo para que no fuera desaforado el presunto violador Cuauhtémoc Blanco.
Con su elocuencia y facilidad de palabra, Ingram Vallines tendría hoy por hoy el voto de las mujeres no sólo maltratadas, sino de casi todas las jarochas.
A pesar de que aún no comienzan las campañas, el voto de la señora Espejo para cobijar a un presunto sátrapa, la estaría arrastrando al fondo si tuviera como adversaria a Anilú Ingram Vallines; que también estaría haciendo talco a la panista Indira Rosales San Román, hechura de Miguel Ángel Yunes Linares, el traidor de El Estero.
Pero como paradoja, ahora está pidiendo a esas veracruzanas que voten a favor de Hernández Espejo, una de las 291 legisladoras que les dieron la espalda y las dejaron a su suerte.
Desde que el PRI perdió el puerto de Veracruz, nunca como ahora estuvo tan cerca de recuperarlo a pesar de lo devaluado que se encuentra, si su abanderada hubiera sido Anilú. Una candidata que le abría devuelto la corona más preciada.
Pero Anilú ya no está en el PRI y a cambio de una regiduría o una dirección en la alcaldía de Veracruz, pedirá a las mujeres a las que ha defendido siempre, que apoyen a una que no las defenderá nunca. Lo que multiplicará sus enemistades y le cerrará más puertas.
Reitero lector, aunque jamás lo reconozca en público, Anilú seguramente ya aceptó en privado y hablando frente al espejo con ella misma, que jugó muy mal sus cartas, que se precipitó y cometió un error al salirse del PRI. No por lo que valga el partido, sino por la oportunidad que le habría brindado.
Oportunidad que difícilmente se le presentará otra vez y menos en Morena, donde por más que se esfuerce, simplemente no encaja.
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